Don Bosco, el cólera

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En julio de 1854 se presentaron en Turín los primeros casos de CÓLERA. Don Bosco les dijo a sus jóvenes:
“Vosotros estad tranquilos. Si cumplís lo que yo os digo, os libraréis del peligro. Ante todo, debéis VIVIR EN GRACIA de Dios, llevar al cuello una medalla de la SANTÍSIMA VIRGEN, que yo os bendeciré y regalaré a cada uno, y rezar cada día un padrenuestro, un avemaría y un gloria. Mañana haréis una buena CONFESIÓN y COMUNIÓN para que yo os pueda ofrecer a todos juntos a la Santísima Virgen, rogándole que os proteja y defienda como a hijos suyos queridísimos. La causa de todo es, sin duda, el pecado. Si todos vosotros os ponéis en gracia de Dios y no cometéis ningún pecado mortal, yo os aseguro que ninguno será atacado por el cólera; pero, si alguno se obstina en seguir siendo enemigo de Dios o, lo que es peor, lo ofendiera gravemente, a partir de este momento yo no podría garantizar lo mismo para él ni para ningún otro de la casa”.

A pesar de que el cólera hizo estragos entre los vecinos, ninguno de los alumnos del Oratorio fue atacado, ni siquiera los 44 jóvenes que durante aquellos meses atendieron por las casas a los enfermos.

Cuando terminó la peste, hizo una misa de agradecimiento y les dijo a todos: “Demos gracias a Dios, porque nos ha conservado la vida en medio de mil peligros de muerte. Sin embargo, para que nuestra acción de gracias sea agradable, unamos la promesa de consagrar a su servicio el resto de nuestros días, amándolo con todo nuestro corazón, practicando la religión como buenos cristianos, guardando los mandamientos de Dios y de la Iglesia y huyendo del pecado MORTAL, que es una enfermedad mucho PEOR que el cólera o la peste”. Dicho esto, entonó el Tedeum que los muchachos cantaron transportados de vivo reconocimiento y amor.

En una carta, escrita el 27 de julio de 1886, recordaba Don Bosco los medios para seguir protegiéndose del cólera: Invocar frecuentemente a la Virgen María, llevar siempre al cuello o consigo la medalla bendecida de María y recibir frecuentemente los SACRAMENTOS de la confesión y comunión.